TC de princesa egipcia antigua muestra enfermedad arterial coronaria
Por el equipo editorial de MedImaging en español
Actualizado el 13 Jul 2011
Las arterias coronarias de una princesa egipcia antigua fueron recientemente visualizadas por medio de tomografía computarizada (TC) de cuerpo entero; el resultado es que ella es la primera persona en la historia identificada con enfermedad arterial coronaria (EAC).Actualizado el 13 Jul 2011
La princesa egipcia Ahmose-Meryet-Amon, que vivió en Tebas (Luxor) entre 1580 y 1550 AC, y que ahora es conocida como la primera persona en la historia humana con EAC diagnosticada, vivió con una dieta rica en vegetales, frutas, y una cantidad limitada de carne de animales domesticados (pero no engordados). El trigo y la cebada eran cultivados en las orillas del Nilo, haciendo del pan y la cerveza los alimentos básicos de este periodo del Egipto antiguo. El tabaco y las grasas-trans eran desconocidas, y el estilo de vida probablemente era activo.
Las arterias coronarias de la princesa Ahmose-Meryet-Amon, vistas en la TC de cuerpo entero, fueron caracterizadas en dos presentaciones durante la Conferencia Internacional de Imaginología Cardiovascular No Invasiva (ICNC) en Ámsterdam, Holanda, del 15-18 de Mayo de 2011. El ICNC ahora es uno de los eventos científicos claves del mundo en cardiología nuclear y TC cardiaca.
Ambas presentaciones estuvieron basadas en los resultados del estudio Horus, en el cual se investigó la ateroesclerosis arterial en 52 momias egipcias antiguas. Los resultados han mostrado que había arterias reconocibles en 44 de las momias, con un corazón identificable presente en 16. La calcificación arterial (como un marcador de ateroesclerosis) fue evidente en una variedad de sitios en casi la mitad de las momias escaneadas, llevando a los investigadores a notar que la condición era común en este grupo de edad media o egipcios antiguos más viejos; las 20 momias con ateroesclerosis definitiva eran mayores (media 45 años) que aquellos con tejido vascular intacto pero sin ateroesclerosis (34,5 años).
Aunque comparativamente común en otros sitios vasculares, la ateroesclerosis en las arterias coronarias fue evidente en solo tres de las momias investigadas, pero fue visualizada claramente en la princesa Ahmose-Meryet-Amon (en quien la calcificación estaba presente en cada lecho vascular visualizado).
“Hoy,” dijo el Dr. Gregory S. Thomas, director de educación de cardiología nuclear de la Universidad de California, Irvine (EUA), e investigador coprincipal del estudio Horus, “ella habría requerido cirugía de bypass. En general, fue sorprendente cuánta ateroesclerosis encontramos”, dijo el Dr. Thomas. “Pensamos en la ateroesclerosis como una enfermedad del estilo de vida moderna, pero es claro que también existía hace 3.500 años. Nuestros hallazgos ciertamente ponen en duda la percepción de la ateroesclerosis como una enfermedad moderna”.
Si, sin embargo, la princesa disfrutó de una dieta que es considerada sana y tuvo un estilo de vida probablemente activo, ¿cómo pudo esta “enfermedad de la vida moderna” afectarla tan evidentemente? El Dr. Thomas y su investigador coprincipal, el Dr. Adel Allam de la Universidad Al Azhar (Cairo, Egipto) sugiere tres posibilidades.
Primero, que hay todavía algún factor de riesgo desconocido para la enfermedad cardiovascular, o al menos una asociación perdida en la determinación de éste. El Dr. Allam anotó un efecto probable de herencia genética, señalando que gran parte de la predisposición humana a la ateroesclerosis puede ser secundaria a sus genes. Igualmente, planteó la posibilidad de que una respuesta inflamatoria a las frecuentes infecciones parasitarias comunes en el Egipto antiguo podían predisponer a la enfermedad coronaria—de manera simular a los casos de VIH inmunocomprometidos vistos que también predisponen a la enfermedad coronaria temprana. Tampoco, se puede excluir un efecto de la dieta, a pesar de lo que se sabe de la vida en el Egipto antiguo. La princesa Ahmose-Meryet-Amon era de una familia noble, su padre, Seqenenre Tao II, el último faraón de la 17ª. Dinastía. Por lo tanto, es probable que su dieta no fuera la del egipcio común. Como realeza, debe haber comido alimentos más lujosos—más carne, mantequilla y queso. Además, los alimentos eran preservados en sal, la cual también puede haber tenido un efecto adverso.
A pesar de la sugerencia de un efecto genético, inflamatorio o desconocido, los Dres. Thomas y Allam no deseaban descontar aquellos factores de riesgo para la enfermedad cardiaca, que conocemos. En realidad, aún en la aparente asociación del ateroma en el estudio con el aumento de la edad, había un patrón de prevalencia consistente con nuestra propia epidemiología hoy. “Estudios recientes han demostrado que con no fumar, tener una presión sanguínea baja y un nivel de colesterol bajo, la calcificación de nuestras arterias se retrasa”, dijo el coinvestigador, Dr. Randall C. Thompson del Instituto de Corazón Mid-America de St. Luke (Kansas City, EUA). “Por otra parte, de lo que podemos decir de este estudio, los humanos estamos predispuestos a la ateroesclerosis, por lo que nos corresponde tomar las medidas apropiadas necesarias para retrasarla tanto como podamos”.
La mayor parte del estudio Horus fue realizada en el Museo Nacional de Antigüedades en Cairo y no hubiera sido posible sin la disponibilidad de la TC no invasiva, el punto de interés del congreso ICNC en Ámsterdam, Holanda. La TC y la medicina nuclear son base de la detección cuantificable moderna de la enfermedad cardiaca.
Enlaces relacionados:
University of California, Irvine
Al Azhar University
St. Luke’s Mid-America Heart Institute