La exposición a la cocaína en útero afecta desarrollo cerebral
Por el equipo editorial de MedImaging en español
Actualizado el 24 Oct 2013
Se sabe que la exposición prenatal a la cocaína afecta tanto el comportamiento como el cerebro. Los estudios en animales han mostrado que la exposición a la cocaína durante el desarrollo prenatal causa muchos trastornos en el desarrollo normal del cerebro y afecta negativamente el comportamiento durante la vida de un individuo.Actualizado el 24 Oct 2013
Las investigaciones similares en los seres humanos, han sido más moderadas, por razones éticas; sin embargo, la investigación ha revelado que los niños expuestos prenatalmente a la cocaína tienen deficiencias en la atención, el control, el estrés, la regulación de las emociones y la memoria. Estudios anteriores también sugieren que estos niños pueden estar más predispuestos a iniciar el consumo de sustancias.
Puesto que la adolescencia es el tiempo típico de la vida en que se inicia el uso de sustancias, los investigadores de la Escuela Universitaria de Medicina de Yale (Nueva Haven, CT, EUA), dirigidos por la Dra. Rajita Sinha, llevaron a cabo un estudio para evaluar las diferencias en la materia gris y la probabilidad de consumo de sustancias en los adolescentes que fueron expuestos a la cocaína antes de nacer, en contraste con aquellos que no lo eran. Los hallazgos del estudio fueron publicados el 1 de octubre 2013, en la revista Biological Psychiatry.
Para lograr esto, los investigadores reclutaron a 42 adolescentes entre las edades de 14 y 17 años, expuestos en el útero, que son parte de una cohorte a largo plazo que se han sido seguidos desde su nacimiento. También estudiaron 21 adolescentes no expuestos a la cocaína para la comparación de control. Todos los participantes se sometieron a una resonancia neuromagnética estructural (RM) con tecnología morfometría basada en voxeles de todo el cerebro, y contestaron un cuestionario sobre el uso de todo tipo de drogas ilegales, además de presentar muestras de orina para análisis toxicológicos.
Lo que los investigadores encontraron fue preocupante, pero exactamente lo que habían planteado en la hipótesis. Los adolescentes con exposición prenatal a la cocaína tenían un menor volumen de materia gris en regiones claves del cerebro involucradas en la memoria, la recompensa, la emoción y la función ejecutiva, en comparación con los adolescentes no expuestos. El volumen de la materia gris también estaba ligado a la iniciación del consumo de sustancias. Sorprendentemente, cada disminución de 1 mL en el volumen de la materia gris incrementó la probabilidad de inicio de uso de sustancias adictivas en 69,6%-83,6%, dependiendo de la región del cerebro.
“Este estudio puede tener un mensaje importante para las mujeres embarazadas que consumen cocaína. Parece que tenemos que tener una perspectiva a largo plazo sobre los riesgos asociados con la exposición prenatal a la cocaína: las personas cuyos cerebros pueden aparecer estructuralmente típicos al nacer pueden desarrollarse de forma anormal”, dijo el doctor John Krystal, editor de la revista Biological Psychiatry. “A pesar de que la importancia de estos cambios estructurales no está claro, merecen mayor estudio”.
Los datos de los procesos en la materia gris y los déficits en la materia gris están documentados en muchos otros trastornos, incluyendo la anorexia, la esquizofrenia, y el trastorno de déficit de atención/hiperactividad infantil. Es importante señalar que, como parte de los criterios del estudio, estos participantes no tenían enfermedad médica o mental importante y sólo difieren en si sus madres habían consumido cocaína durante el embarazo.
“Por lo tanto, vemos por primera vez en los niños cómo el consumo de cocaína de las madres en el útero puede traducirse en cambios cerebrales en la descendencia que impactan la cognición, el estado de ánimo y la salud de la descendencia afectada en el futuro”, dijo la Dra. Sinha. “Uno puede especular que en el futuro, con validación adicional, tales alteraciones específicas del cerebro pueden servir como biomarcadores de riesgo que pueden ser el objetivo para prevenir el consumo y el abuso de las drogas”.
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Yale University School of Medicine