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Patrones claros en pacientes con trastornos de ansiedad

Por el equipo editorial de MedImaging en español
Actualizado el 09 Mar 2010
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Las conexiones revueltas entre las regiones del cerebro que procesan el miedo y la emoción y otras regiones cerebrales pueden ser el sello claro de un trastorno común de ansiedad, de acuerdo con un estudio nuevo. Los hallazgos pueden ayudar a los investigadores a identificar diferencias biológicas entre tipos de trastornos de ansiedad y enfermedades como la depresión.

El estudio, publicado el 7 de Diciembre de 2009, en la revista Archives of General Psychiatry, estudió los cerebros de personas con trastorno de ansiedad generalizada (TAG), una enfermedad psiquiátrica en la cual los pacientes pasan sus días en una nube de preocupaciones por los problemas cotidianos. Los investigadores han sabido que la amígdala, un par de haces de fibras nerviosas del tamaño de una almendra en la mitad del cerebro, que puede ayudar a los procesos de emoción, memoria, y miedo; está involucrada en condiciones de ansiedad como el TAG. Sin embargo, este estudio es el primero en acercarse lo suficiente como para detectar las vías neurales que van y vienen de las sub-secciones de esta minúscula región cerebral.

Estas observaciones a pequeña escala son importantes para entender los cerebros de las personas con enfermedades psiquiátricas, dijo el neurocientífico de la Universidad de Duke (Durham, NC, EUA), Kevin LaBar, Ph.D., quien no participó en la investigación. "Si queremos distinguir GAD de otros trastornos de ansiedad, debemos ver en esas sub-regiones en vez de la señal general de esta área”, dijo. "Metodológicamente es realmente impresionante”.

Para acercarse lo suficiente para distinguir una región de la amígdala de otra, el residente de psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad Stanford (Stanford, CA, EUA), Amit Etkin, MD, Ph.D., y sus colegas se concentraron en regiones de interés definidas por estudios anatómicos detallados de cerebros humanos. Reclutaron 16 personas con TAG y 17 participantes psicológicamente sanos y exploraron sus cerebros usando resonancia magnética funcional (fMRI), que mide las fluctuaciones del flujo sanguíneo causadas por cambios en la actividad en las diferentes regiones del cerebro. Cada persona gastó ocho minutos en el escáner fMRI, dejando divagar su mente.

Los investigadores analizaron los datos resultantes para determinar cuáles áreas estaban conectadas –eso es, qué regiones estaban probablemente activas en unión. Primero, miraron una sub-región, la amígdala basolateral, que está situada en la base de la amígdala. En los participantes sanos, encontraron que la sub-región estaba asociada con el lóbulo occipital en la parte posterior del cerebro, los lóbulos temporales debajo de las orejas y la corteza prefrontal justo detrás de la frente. Esas regiones están asociadas con el procesamiento visual y auditivo, y también con la memoria y las funciones emocionales y cognitivas de alto nivel.

La otra sub-región, conocida como amígdala centromedia, encontrada en la parte superior de la amígdala, estuvo asociada con las áreas sub-corticales, o más profundas del cerebro. Esas conexiones incluían el tálamo, que controla el flujo de información a través del cerebro y ayuda a regular la alerta desde su percha en el mesencéfalo; el tallo cerebral, que regula la tasa cardiaca, la respiración, y la liberación de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina; y el cerebelo densamente plegado, que se sienta detrás del tallo cerebral y controla la coordinación motora. Las asociaciones confirmaron lo que han encontrado en estudios animales, según el Dr. Etkin, el autor principal del estudio. El equipo también analizó los datos de fMRI en reposo de 31 adultos más, sanos, y encontró resultados similares.

Pero en personas con TAG, los exámenes revelaron otro patrón. Las dos regiones seguían emitiendo emisarios a sus blancos separados, pero las líneas de comunicación eran confusas. "La amígdala basolateral estaba menos conectada con todos sus blancos y más conectada con los blancos centromedios”, dijo el Dr. Etkin. "Y la centromedia estaba menos conectada con sus blancos normales y más conectadas con los blancos basolaterales”.

Los investigadores también encontraron que ambas regiones de la amígdala tenían menos conectividad con la región del cerebro responsable de determinar la importancia del estímulo. Esto puede significar que los individuos con el trastorno tienen más dificultad para percibir las situaciones realmente preocupantes de las molestias leves. Al mismo tiempo, la amígdala estaba más conectada a una red cortical de control-de-ejecución que se encontró previamente que ejerce control cognitivo sobre la emoción.

La conexión de control cognitivo puede explicar por qué TAG está caracterizado por preocupación obsesiva, según el Dr. Etkin. Los individuos con este desorden se sienten abrumados por la emoción y no creen que puedan sentirse tristes o molestos sin quedar completamente deshechos. Por lo tanto, en un intento por evitar enfrentar sus sentimientos desagradables, se distraen a sí mismos preocupándose. Tales cavilaciones pueden funcionar a corto plazo pero se vuelven problemáticas con el tiempo.

Los investigadores no pueden estar seguros de si las anormalidades de conectividad vienen primero o si la preocupación excesiva modeló el cerebro reforzando vías neurales específicas. Sin embargo, los patrones descubiertos por exámenes neurológicos pueden un día ayudar a los psiquiatras a diagnosticar y tratar la enfermedad. "Este es un buen ejemplo de la unión de fuerzas de la neurología y la psiquiatría”, dijo Michael Greicius, M.D., profesor asistente de neurología y ciencias neurológicas de Stanford y autor jefe del artículo.

La fase siguiente de la investigación, reportada por el Dr. Etkin, es estudiar pacientes con otros trastornos de ansiedad y depresión. Eso les permitirá a los investigadores ver si los patrones de la conectividad de la amígdala difieren entre los trastornos. Si lo hacen, los exámenes cerebrales pueden convertirse algún día en herramientas diagnósticas para las enfermedades con síntomas que con frecuencia se superponen.

Enlace relacionado:
Stanford University School of Medicine


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