RM no muestra diferencias en individuos autistas y de desarrollo normal
Por el equipo editorial de MedImaging en español Actualizado el 23 Dec 2014 |
Imagen A: Diferencias entre los cerebros de individuos autistas y control usando RM (Fotografía cortesía del Centro para la Imagenología Cerebral Cognitiva, Universidad Carnegie Mellon)
Imagen B: Imagenología de RM con espectro de difusión (DSI)) usada para examinar la integridad estructural de la materia blanca en las personas con autismo y participantes típicos. Estas técnicas de imagenología visualizan los caminos de los axones midiendo la difusión del agua a lo largo de las fibras de la materia blanca (Fotografía cortesía del Centro para la Imagenología Cerebral Cognitiva, Universidad Carnegie Mellon)
En el estudio de pacientes con autismo más grande con resonancia magnética (RM) hasta la fecha, investigadores israelíes y americanos han mostrado que la anatomía cerebral en los exámenes de resonancia magnética de los individuos autistas mayores de seis años es prácticamente indistinguible de la de los individuos con desarrollo típico y, por tanto, de poco valor clínico o científico.
Los investigadores de la Universidad Ben-Gurion del Negev (BGU, Beer Sheva, Israell) y la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, PA, EUA) publicaron sus hallazgos en línea el 14 de octubre de 2014, en la revista de Oxford Cerebral Cortex. “Nuestros resultados ofrecen respuestas definitivas sobre varias controversias científicas acerca de la anatomía del cerebro, que han ocupado la investigación del autismo en los últimos 10 a 15 años”, dijo el Dr. Ilan Dinstein de los departamentos de psicología y ciencias cognitivas y cerebrales en la BGU. “Las hipótesis anteriores que sugieren que el autismo se asocia con mayor materia intracraneal gris, materia blanca, y volúmenes de la amígdala, o volúmenes más pequeños del cerebelo, cuerpo calloso y del hipocampo, fueron refutados en su mayoría por este nuevo estudio”.
Los investigadores utilizaron datos del Intercambio de Datos de la Imagenología de los Cerebros con Autismo (ABIDE), que ofrecen una perspectiva sin precedentes para realizar comparaciones a gran escala de imágenes por resonancia magnética anatómicas entre los grupos de autismo y de control y pueden resolver muchas cuestiones pendientes. Esta base de datos recientemente lanzada es una colección mundial de imágenes por resonancia magnética de más de 1.000 personas (la mitad con autismo y la mitad controles) con edades de 6 a 35 años de edad.
“En el estudio practicamos exámenes anatómicos muy detalladas de las exploraciones, que incluyeron dividir cada cerebro en más de 180 regiones de interés y evaluar múltiples medidas anatómicas, tales como el volumen, el área superficial y el espesor de cada región”, afirmó el Dr. Dinstein.
Luego, los investigadores examinaron cómo los grupos de autismo y de control difieren con respecto a cada región y también con respecto a los grupos de regiones utilizando análisis más complejos. “El hallazgo más sorprendente aquí fue que las diferencias anatómicas tanto en el grupo control como en el grupo autista eran inmensas y eclipsaban, en gran medida, las diferencias minúsculas entre los dos grupos”, señaló el Dr. Dinstein. “Por ejemplo, los individuos en el grupo control diferían en un 80% a un 90% en sus volúmenes cerebrales, mientras que las diferencias en el volumen del cerebro a través de grupos de autismo y de control difieren en un 2% a 3% por ciento como máximo. Esto nos llevó a la conclusión de que las medidas anatómicas de las zonas de volumen cerebral o superficiales no ofrecen mucha información sobre el mecanismo o patología del trastorno del espectro autista [TEA] subyacente”, afirmó. “Estos resultados, que dan que pensar, sugieren que el autismo no es una enfermedad que se asocia con la patología anatómica específica y, en consecuencia, las medidas anatómicas solo es probable que sean de baja significación científica y clínica para la identificación de niños, adolescentes y adultos con TEA, o para dilucidar su neuropatología”.
El Dr. Dinstein cree que explicaciones más complicadas que involucran combinaciones de medidas en subgrupos más homogéneos son con toda probabilidad la respuesta. “Esperar que se vaya a encontrar una respuesta única para toda la población de personas con TEA es ingenuo. Tenemos que pasar a pensar en cómo dividir este grupo muy heterogéneo de trastornos en subgrupos más significativos biológicamente relevantes”, afirmó.
Esta conclusión está en gran contraste con numerosos informes de diferencias anatómicas importantes descritas por estudios más pequeños, que típicamente han incluido comparaciones de 40 a 50 individuos. “El problema con muestras pequeñas, gran heterogeneidad dentro del grupo y un sesgo científico para informar sólo resultados positivos, es que las pequeñas muestras van a producir diferencias significativas entre los grupos de autismo y de control en algunas de las 180 regiones del cerebro”, explicó el Dr. Dinstein.
“En una situación de este tipo sería de esperar que cada estudio encontrara diferencias significativas en las diferentes áreas del cerebro y que los resultados serán muy consistentes entre los diferentes estudios”, dice. “Esto es exactamente lo que se ve cuando se examina la literatura de anatomía del autismo de la última década. Nuestro estudio simplemente explica por qué esto ha estado sucediendo y pone fin a varios debates subsiguientes”.
Enlaces relacionados:
Ben-Gurion University of the Negev
Center of Cognitive Brain Imaging, Carnegie Mellon University
Carnegie Mellon University
Los investigadores de la Universidad Ben-Gurion del Negev (BGU, Beer Sheva, Israell) y la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, PA, EUA) publicaron sus hallazgos en línea el 14 de octubre de 2014, en la revista de Oxford Cerebral Cortex. “Nuestros resultados ofrecen respuestas definitivas sobre varias controversias científicas acerca de la anatomía del cerebro, que han ocupado la investigación del autismo en los últimos 10 a 15 años”, dijo el Dr. Ilan Dinstein de los departamentos de psicología y ciencias cognitivas y cerebrales en la BGU. “Las hipótesis anteriores que sugieren que el autismo se asocia con mayor materia intracraneal gris, materia blanca, y volúmenes de la amígdala, o volúmenes más pequeños del cerebelo, cuerpo calloso y del hipocampo, fueron refutados en su mayoría por este nuevo estudio”.
Los investigadores utilizaron datos del Intercambio de Datos de la Imagenología de los Cerebros con Autismo (ABIDE), que ofrecen una perspectiva sin precedentes para realizar comparaciones a gran escala de imágenes por resonancia magnética anatómicas entre los grupos de autismo y de control y pueden resolver muchas cuestiones pendientes. Esta base de datos recientemente lanzada es una colección mundial de imágenes por resonancia magnética de más de 1.000 personas (la mitad con autismo y la mitad controles) con edades de 6 a 35 años de edad.
“En el estudio practicamos exámenes anatómicos muy detalladas de las exploraciones, que incluyeron dividir cada cerebro en más de 180 regiones de interés y evaluar múltiples medidas anatómicas, tales como el volumen, el área superficial y el espesor de cada región”, afirmó el Dr. Dinstein.
Luego, los investigadores examinaron cómo los grupos de autismo y de control difieren con respecto a cada región y también con respecto a los grupos de regiones utilizando análisis más complejos. “El hallazgo más sorprendente aquí fue que las diferencias anatómicas tanto en el grupo control como en el grupo autista eran inmensas y eclipsaban, en gran medida, las diferencias minúsculas entre los dos grupos”, señaló el Dr. Dinstein. “Por ejemplo, los individuos en el grupo control diferían en un 80% a un 90% en sus volúmenes cerebrales, mientras que las diferencias en el volumen del cerebro a través de grupos de autismo y de control difieren en un 2% a 3% por ciento como máximo. Esto nos llevó a la conclusión de que las medidas anatómicas de las zonas de volumen cerebral o superficiales no ofrecen mucha información sobre el mecanismo o patología del trastorno del espectro autista [TEA] subyacente”, afirmó. “Estos resultados, que dan que pensar, sugieren que el autismo no es una enfermedad que se asocia con la patología anatómica específica y, en consecuencia, las medidas anatómicas solo es probable que sean de baja significación científica y clínica para la identificación de niños, adolescentes y adultos con TEA, o para dilucidar su neuropatología”.
El Dr. Dinstein cree que explicaciones más complicadas que involucran combinaciones de medidas en subgrupos más homogéneos son con toda probabilidad la respuesta. “Esperar que se vaya a encontrar una respuesta única para toda la población de personas con TEA es ingenuo. Tenemos que pasar a pensar en cómo dividir este grupo muy heterogéneo de trastornos en subgrupos más significativos biológicamente relevantes”, afirmó.
Esta conclusión está en gran contraste con numerosos informes de diferencias anatómicas importantes descritas por estudios más pequeños, que típicamente han incluido comparaciones de 40 a 50 individuos. “El problema con muestras pequeñas, gran heterogeneidad dentro del grupo y un sesgo científico para informar sólo resultados positivos, es que las pequeñas muestras van a producir diferencias significativas entre los grupos de autismo y de control en algunas de las 180 regiones del cerebro”, explicó el Dr. Dinstein.
“En una situación de este tipo sería de esperar que cada estudio encontrara diferencias significativas en las diferentes áreas del cerebro y que los resultados serán muy consistentes entre los diferentes estudios”, dice. “Esto es exactamente lo que se ve cuando se examina la literatura de anatomía del autismo de la última década. Nuestro estudio simplemente explica por qué esto ha estado sucediendo y pone fin a varios debates subsiguientes”.
Enlaces relacionados:
Ben-Gurion University of the Negev
Center of Cognitive Brain Imaging, Carnegie Mellon University
Carnegie Mellon University
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